LA BELLA MONTAÑA DEL ZUQUE
Vivimos en una ciudad donde ver naturaleza se volvió poco común; no porque no haya lugares para conocer, sino porque la rutina diaria nos aleja de observar, admirar y tomarnos un tiempo para caminar nuestro espacio y verlo desde una perspectiva diferente.
Uno de esos lugares mágicos que encontramos en el suroriente de la ciudad, es el Zuque, una hermosa e imponente montaña donde reina el silencio y la brisa enrojece deliciosamente la piel haciendo elevar el espíritu con una vibración ancestral. El silencio solo se ve interrumpido por el sonido de las hojas o del mismo aire que en ocasiones parece que silvara llamando la lluvia.
Para ascender se ingresa por el barrio Altos del Zuque y antes de iniciar el camino se encuentra una hermosa huerta de la Red Amigos del Zuque, donde siempre nos recibe Lucy y sus abuelitos con enormes sonrisas y abrazos; poco después de iniciar a caminar se ve el milagro de la vida y del agua, paso a paso se encuentran un poco tímidos pero ya crecidos frailejones que si pudieran nos contarían aquello por lo que han pasado para mantenerse en pie.
Pero el mejor espectáculo es observar desde lo alto esta enorme ciudad llena de calles asfaltadas y edificios que se elevan entre lo que un día fue una hermosa laguna; es como salirse de una pesadilla a la que nos acostumbramos y vemos desde afuera objetivamente lo que hemos hecho mal; cuando se desciende ya no te sientes igual: gratitud y esperanza así como ganas para seguir ayudando a preservar espacios que como este nos recuerdan la conexión entre nuestra mas profunda humanidad y la madre tierra que sobrevive a pesar de nuestra inconsciente supervivencia.



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